Tuvieron que pasar 100 años para que el fútbol americano se uniera. La magia brasileña, la competitividad argentina o la garra charrúa interactuarán en un mismo torneo con la potencia jamaiquina, el orden estadounidense o el toque mexicano. La Copa al fin será de América y por 26 días unirá la esencia de cada una de las 16 selecciones participantes.
América se une entre el fútbol robot y el fútbol cadente
América divide sus estilos entre dos polos: el fútbol mágico y el fútbol robotizado
La distancia entre Canadá y Argentina es de más de 11,500 metros. Ver un encuentro eliminatorio entre la albiceleste y la selección de la hoja de maple es imposible. Por ello, los 35 países que comprenden el continente americano tienen que dividirse entre dos confederaciones que en algunos sitios se definen como la cuna del buen y el mal fútbol. Nuestro continente con su gran amplitud dejó al sur distanciado en estructura, nivel y estilo con el balompíe que inicia de Panamá y que acaba en suelo canadiense.
El fútbol es cadente y es robotizado. Cada país es dueño de su estilo y de la estrategia que utiliza para ser mejor y ganar. Mientras en alguna favela de Brasil se trata a la pelota con magia, en alguna universidad estadounidense se prioriza el trabajo físico antes que la técnica.
El balompié robot le pertenece a algunos países. Es un juego antiguo en el que el esquema y la táctica amarran al talento y a la creatividad. El viejo sello inglés de juego por las bandas y pelotazo al área para que un 'gigantón' pegue el brinco de su vida y pique la pelota al arco. En ese fútbol magnético, el defensa no se sale de su área, el portero no sabe jugar con los pies, el contención recupera pero no distribuye y el centro delantero solo tiene la técnica para empujar el balón al arco de la forma que sea.
En el futbol robot importa el cuánto y no el cómo. Es ser fuerte, empujar, golpear, trabajar, ser consistente, equilibrado mentalmente y contundente como el que más. América tiene su fútbol robot, ese que no evoluciona pero que funciona. Por fortuna para quien busca el espectáculo, este estilo cada vez se va diluyendo.
Estados Unidos es el mejor ejemplo de la transformación. Ver un juego del cuadro de las Barras y las Estrellas en los 70 u 80 era ver a una selección que hacía lo que el técnico le decía sin salirse del script. La disciplina de su fútbol rayaba en lo excesivo, y para entender mejor el estilo de equipos como Brasil o Argentina es comprender que el balompié debe ser libre.
El fútbol de CONCACAF poco a poco se va quitando esas cadenas. El balompié rocoso de Centroamérica es cada día más técnico y mejor pensado, ya no es el que se dedica a patear y a reventar al rival evitando que hagan un futbol vistoso. La evolución de la zona quedó de manifiesto con Costa Rica en el pasado Mundial de Brasil donde fue capaz de destruir a potencias jugando bien a la pelota, y de no ser por un penal, pudo haber echado al dueño del 'futbol total'.
Del mismo modo está el balompié caribeño. En aquellos lugares la cancha era un sitio ideal para correr los 100 metros planos pese a que el balón se quedara atrás. Hay una base que los entrenadores dictan: que corra más la pelota que el jugador, y eso en algunos lugares no sucedía. Con la filosofía inglesa, países como Trinidad y Tobago así como Jamaica han ido perfeccionando un estilo que suele atragantarse a los rivales; corren como pocos pues su físico les da para hacerlo, pero también, comprenden que ser robot no es suficiente si quieres ganar. De esa forma, poco a poco vemos a jugadores más técnicos que rompen las estructuras básicas del juego.
Si CONCACAF es robot, CONMEBOL es cadencia. La elegancia se mezcla con buen futbol y con físico, con cierta maña bien entendida. Se da gracias a la filosofía de crear y no de destruir. Bajo esa mirada se tienen a los grandes jugadores que el fútbol ha tenido: ahí están los Pele, los Maradona, los Francescoli o los Valderrama. Actualmente, los James, Messi, Neymar o Sánchez.
En medio está México. Un fútbol criticado por soberbio y criticado por ser engañoso. Al balompié azteca le gustaría estar en Sudamérica, pero la geografía se lo impide; es de aquí, pero no le encanta estar aquí. Es una mezcla de futbol robot con fútbol cadencioso. Es quizá un diferenciador que tiene desde hace muchos años con el resto de los integrantes de CONCACAF, y es una virtud que lo hace competir y vencer a selecciones de CONMEBOL.
La Copa América será eso. Un choque de estilos y de escuelas que gracias al cumplimiento de los 100 años del torneo más antiguo del mundo, nos da la posibilidad de ver cómo dos mundos se unen pese a que están en el mismo continente.