La rivalidad deportiva y extra deportiva entre chilenos y argentinos no es un secreto para nadie. Pero cuando se unen voluntades e intereses se pueden romper barreras y lograr grandes cosas.
La mano argentina en el éxito chileno
Tres entrenadores argentinos han liderado el exitoso proyecto de renovación de la selección de Chile.
El éxito de Chile en los últimos años tiene un gran trasfondo argentino de importancia.
La llegada del argentino Marcelo Bielsa en el 2007 comenzó un cambio de conceptos y estilos que terminó de florecer en la Copa América del 2015 y en la Copa América Centenario del 2016.
El talento del futbolista chileno está fuera de dudas, desde el gran Elías Figueroa hasta Iván Zamorano y Marcelo Salas, Chile siempre tuvo jugadores destacados en el ámbito mundial, como Caszely, Hormazábal o Patricio Yáñez, por citar solo a algunos pocos. Sin embargo, el toque bonito de la Roja vivía en riña permanente con la efectividad. “Los chilenos sabemos jugar, pero no sabemos ganar, po”, me dijo una vez hace algunos años Romai Ugarte, narrador de fútbol.
Bielsa llevó verticalidad, sorpresa y conceptos del fútbol moderno a la selección de Chile. Clasificó a La Roja al Mundial de Sudáfrica –no asistía a un Mundial desde España ’82- donde dejó pinceladas de lo que vendría en el futuro, como despliegue por las bandas, laterales que se convertían en extremos o delanteros que defendían y presionaban la salida del rival. El pase a los octavos de final fue celebrado en Chile por todo lo alto.
Tras la salida del ‘Loco’ Bielsa llegó otro argentino al banquillo de Chile, Jorge Sampaoli. Conocedor del fútbol local por su paso por O’Higgins y la ‘U’, le dio continuidad al trabajo de Bielsa; no cambió conceptos, sino que reforzó los existentes, y los éxitos se prolongaron en el Mundial de Brasil, donde nuevamente cayó en octavos de final, pero en penaltis ante el equipo local y gran favorito -luego decepción- del torneo.
La consagración llegó con la Copa América de Chile 2015. Sampaoli encaminó a la selección hasta la final para terminar derrotando a Argentina en penaltis y levantar por primera vez en la historia un trofeo.
Con la salida de Sampaoli se pensaba que La Roja entraría en una crisis sin remedio. La Federación acudió a Juan Antonio Pizzi, más conocedor del fútbol, argentino, español o mexicano. Las dudas se expresaron de inmediato, y el primer juego de la Copa América Centenario contra Argentina no auguró nada bueno.
Pero le tomó poco tiempo a Pizzi conectar con sus jugadores. Retomó el trabajo hecho por sus antecesores y sacó provecho de las muchas figuras con las que cuenta Chile.
El resultado coloca a Chile como la mejor selección del continente y una de las primeras del mundo. El punto común de este proceso es, además de una brillante generación de jugadores, la mano argentina.
Curioso que los dos mayores éxitos hayan sido, precisamente, contra Argentina.