Cuando los Cleveland Indians ganaron la Serie Mundial de 1948, la única y última que han conquistado, lo hicieron bajo una negra nube de sospecha y en particular muchos dedos apuntaron hacia Larry Doby, su center fielder.
La larga ruta hacia la honorabilidad para los Houston Astros
Tras verse inmersos en el escándalo del robo de señas, ¿qué camino seguir para lavar su imagen?
Doby, el segundo jugador de raza negra (luego de Jackie Robinson) en jugar en las Ligas Mayores, pegó un jonrón decisivo en el Juego 4 del Clásico de Otoño de esa edición ante los Boston Braves, equipo al que derrotaron en seis partidos para coronarse. A los Indianse se les acusaba de usar un esquema de robo de señales.
En 2003 murió Doby, a los 79 años. Luego de esa Serie Mundial y hasta el último de sus días, se la pasó insistiendo en que ese cuadrangular decisivo fue legítimo, sin ser asistido por el robo de señales. Jamás se limpió esa mancha.
Sirva este antecedente para poner en el plano a los Houston Astros luego de haber sido denunciados por Mike Fiers, un lanzador quien de 2015 a 2017 formó parte del equipo que en 2017 capturó el título de Serie Mundial, pero que divulgó que el club usó un esquema para robar las señales de los visitantes en Minute Maid Park usando una cámara para captar las señas del receptor al lanzador.
Luego de que MLB dio a conocer el resultado de esta investigación tras la denuncia de Fiers, el comisionado Rob Manfred decidió que el club texano perdiera sus selecciones de primera y segunda ronda del Draft de 2020 y 2021, además de una multa de 5 millones de dólares por la ofensa.
Al enterarse de lo sucedido, los jugadores de los LA Dodgers despotricaron, al ser el principal afectado por este esquema de robo de señas tras caer en la Serie Mundial de 2017, y un año más tarde con los Boston Red Sox, cuyo manager, Alex Cora (además de ser despedido) jugó un rol crucial en ese ardid al ser el coach de banca.
El segunda base venezolano José Altuve, una de las estrellas del equipo y uno de los factores por los que la franquicia pasó de ser una calamidad a una muy competitiva, está en el 'ojo del huracán'.
A Altuve se le acusa de señalársele como sospechoso tras pegar el jonrón que eliminó a los New York Yankees en el Juego 7 de la ALCS quien al llegar al plato después de ese recorrido de bases, parece decir "la camisa no" (que no se la quitaran en los festejos) pues infieren el uso de un dispositivo que le mandaba 'toques' que de acuerdo al número, le indicaban que pitcheo venía.
Apestados, señalados, manchados, vilipendiados, acusados, despreciados. Así perciben a los Astros, a pesar de lo que muchos parecen ignorar o deciden ignorar: robar señales data de épocas tan remotas como 1900.
Ese año, los Philadelphia Phillies fueron sorprendidos al hallarse unos cables en el cajón del coach de tercera base que le mandaban toques al hombre que regulaba el tráfico en esa almohadilla, enviados desde center field, y que eran pasados al bateador. Y estamos hablando de 1900... los Phillies se lavaron las manos diciendo que eran remanentes de un cableado que no recogió un circo que usó su parque de pelota.
Y ejemplos como ese a lo largo de la historia hay cientos, documentados por investigaciones de las Grandes Ligas, periodísticas, confesiones de quienes cometieron dichos actos y en los libros.
Los Houston Astros solo tienen una ruta para volver a recuperar la credibilidad, aunque deben saber que no será ni rápido ni fácil: intentar ganar cada juego de beisbol que tengan por delante de tal manera que nadie sospeche que han vuelto a incurrir en algo ilícito.
La pregunta es, ¿cómo? Tocando el tema de los detalles técnicos, como prestarse a ser auditados en cada rincón del Minute Maid Park para demostrar que no recurren a artilugios para sacar ventaja como lo deportivo, mostrar entrega, transparencia y honorabilidad en cada jugada.
Se dice fácil, pero no hay un atajo que le permita a los Astros volver a ser respetados, y tomará un tiempo. Años.